Sunday, March 18, 2007

Carretera Austral Parte 10: Puyuhuapi - Chaitén



Días 17-18: Tramo Coyhaique-Puyuhuapi, camino a Chaitén.

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Desperté en una cama suave, casi demasiado suave: era un catre viejo, hundido en el centro. Anoche, el cráter en el colchón me había albergado contra el frío, acurrucado y seguro. Ahora, de mañana, hacía que me doliera la espalda. Llamé a Camilo por celular desde la cama (las bondades de la tecnología, no?) y coordinamos el día.

Descubrí que se había caído el perno que sostiene el tubo de escape, y que anoche, al guardar el aceite de la cadena, no había cerrado el candado de la alforja. Ahora el candado seguramente yacía abierto al costado del camino, en alguna parte perdida entre Puerto Murta y Villa Cerro Castillo.

Nos juntamos con Camilo, James y Will. Yo necesitaba un perno nuevo y ellos, algunas cosas en Homecenter. Para almorzar, fuimos al Casino de los Bomberos, el mismo lugar donde habíamos ido con Tom. La misma señora, la misma atención pésima, pero buena comida. Francamente, si mañana fuera a llegar al poder un dictador cuyo único vicio fuera el deportar garzones y meseras chilenos, e importar sus símiles argentinos, no me opondría.

Encontré una tienda de pernos en la esquina de la misma cuadra de la residencial. Volví para instalarlo. Había llegado un americano de Montana, quien había ido de pesca, a un río con nombre de rey o emperador. Algo así era. Había pescado un salmón enorme, una hembra. No hablaba casi nada de español, y el dueño de la residencial, un ex-militar que se enorgullecía de su conocimiento de las zonas de pesca y del servicio integral que le ofrecía a sus huéspedes pescadores, tampoco hablaba inglés.

Mientras el americano hacía lo necesario con el salmón, dejando la cagada y media en cuanto al charco de sangre que estaba derramando sobre una de las pocas partes del garaje con suelo de tierra, llegó otro huésped. Echó una mirada al salmón, preguntó dónde había sido pescado, y sentenció: "No, en esta época es mala la carne. Mala. No vale la pena".

Cuando se había ido, y el dueño estaba más o menos lejos, el americano me preguntó qué había dicho el otro. Le conté. Estuvo en silencio un rato, y me comenzó a contar acerca del ciclo de vida del salmón, de cómo el agua fresca es la perdición de los peces de agua salada. "Se caen a pedazos a medida que nadan río arriba para el desove. Literalmente, se les caen pedazos de carne". Indicó el dorso del pez. "Ves esto? La piel cambia de color cuando llevan mucho tiempo en agua fresca". Por el color, el salmón estaba en perfectas condiciones.

Comencé a trabajar en el perno. No quería que se soltara de nuevo, así que decidí hacerle una ranura y atarlo con alambre. Aproveché de pedirle una lima al americano. Tuvimos que ir hasta la camioneta, que se encontraba estacionada afuera. Le abrí el portón corredizo, dado que en una mano tenía un enorme cuchillo, y ambas manos cubiertas de sangre. A la vuelta, intenté portar el alicate multiuso que me había prestado de la manera más amenazante posible. Pasó una pareja de jóvenes, pero ni nos miraron. Parece que esta escena es común en Coyhaique.

Al rato llegó un ciclista suizo. Conversamos un rato. Me llamó la atención su bicicleta: no tenía ni suspensión delantera. El asiento era de cuero duro con remaches de bronce. Creo que intentaba purificar su alma mediante el sacrificio testicular.

Esa noche salimos los 5 a comer una pizza, y vimos cómo Ricky Martin le daba unas buenas punteadas con ropa a una chica morena en el Festival de Viña.

Camilo y yo partimos a la mañana siguiente, después de una búsqueda frustrante de las llaves de su moto, las cuales eventualmente aparecieron dentro de una de las bolsas de basura que envolvía una de sus mochilas.



En la estación de servicio vi dos Africa Twin cargadas, y me acerqué a saludar. Eran Tom y Christina, quienes estaban dando la vuelta a Sudamérica. Conocían también a Karl Heinz.

Pasamos por la cervecería D'Olbek otra vez, para comprar otro vaso, para reemplazar el que se había roto en Río Tranquilo. Tom le había pedido a Camilo ese favor, y mientras intentábamos infructuosamente de encontrar un lugar donde el vaso no se rompiera o saliera volando en el equipaje de Camilo, maldijo hasta el cansancio al gringo de mierda. Finalmente accedí a llevar yo el vaso en una de las alforjas.

En Villa Mañihuales cargamos combustible y almorzamos en el restorán de Yuseff. En la otra mesa estaba Tom y Christina, pero como no habíamos conversado mucho en la estación de servicio, no interactuamos mayormente. El salmón de Camilo llegó semi crudo. "Imagínate que es sashimi", le dije.



Poco a poco nos fuimos acercando al Parque Nacional Queulat, y la vegetación comenzó a cambiar.



Aquí, a unos km de Puyuhuapi.



Camilo había comprado una caña de pescar colapsable, y tenía ansias de probarla. Lo acompañé al muelle, y volví a confirmar que la pesca no es para mi. En realidad no sé por qué le llaman pesca, si lo que menos se hace es pescar peces. Debería llamarse "intento de pesca" o "ilusiones de que hoy algo morderá el anzuelo" o "soy el arquetipo del optimismo".



Obviamente nada mordía ahí. Nos habían hablado de otro muelle, cerca de la desembocadura de un río, en las afueras de Puyuhuapi. Camilo tomó la moto, y yo caminé por la orilla del lago.

Ahí Camilo pescó un enorme pez y fue feliz.

No, eso lo inventé. No pescó nada. En vez de eso, guardó la caña, y sacó algunas fotos.



Estábamos cansados, así que hicimos sopa en el cuarto, y nos dormimos temprano.

Durante la noche, me desperté varias veces con el ruido de la lluvia golpeando la ventana, y las ráfagas de viento.

A la mañana siguiente, seguía lloviendo. Eso significaba tener que empacar bajo la lluvia. Hay pocas cosas más desagradables que eso. Y más tarde, conocería una de esas cosas.

Hora y media más tarde, ambos vestidos con nuestros chicken suits, Camilo con sus guantes de cocina Tulatech, partimos.

Para cuando llegamos a La Junta, tenía las manos empapadas, y hacía frío. Para colmo, el elemento antiempañante de la visera se había separado levemente de ésta, permitiendo la formación de condensación.

Descubrí además, para mi enorme felicidad, que algún tano hijo de puta que trabaja de diseñador de cascos en la fábrica de Nolan, en Italia, tuvo la brillante idea de orientar hacia arriba la toma de aire de ventilación de la visera, con lo que funcionaba también como toma de agua. Esta agua se acumulaba en el interior del casco, y chorreaba luego por la cubierta del mentón, y posteriormente, el cuello del usuario.

En La Junta sólo quería sacarme el casco, guantes, y sentarme un rato a comer algo y quizás tomar un café. Entré en el supermercado de la estación de servicio, y me dirigí al sector donde habían unas 8 sillas de plástico, y una señora caucásica de pie, y dos mochilas sobre dos de las sillas. "Están tomadas estas sillas?" pregunté, colocando ya el casco sobre una. "Sí" fue su respuesta seca y corta. "Todas las sillas están ocupadas?" dije, con el grado de lentitud suficiente como para expresar mi disgusto. "Sí". Vieja del orto. Me fui puteando a buscar un carrito de supermercado donde dejar el casco en alguna posición en la que pudiera drenarse.

Luego de un almuerzo extraño a base de café, galletas, y otras misceláneas, seguimos rumbo a Chaitén.

De la nada, a Camilo se le cruzó un pudú a escasos centímetros delante de la moto, saliendo de las nalcas a un lado del camino, corriendo despavorido con sus patas cortas, y desapareciendo al otro lado del camino.

Más adelante, nos encontramos con trabajos de pavimentación, y tuve dos casi-caídas a causa de la tierra suelta.

En Chaitén Camilo vio las motos de los ingleses, así que decidimos quedarnos en el mismo lugar (un lugar fantástico, lamentablemente, a modo de identificación sólo puedo decir que si bien el cartel anunciaba un hospedaje, el hospedaje en sí se encontraba detrás de otra casa).

Salimos a caminar a orillas del mar.



Camilo y los chicos volvieron; yo bajé a la playa.



El transbordador que nos llevaría a Quellón al día siguiente.



Hace tiempo que no veía una puesta de sol así.



Estoy colocando algunas palabras entre las fotos para que parezca que hay algo que se puede decir acerca de esta puesta de sol.



No, no hay nada que se pueda decir. Las fotos lo cuentan tal y como fue.



Mirando hacia Chaitén desde la playa.







De cierta manera, este sería el final de un capítulo en el viaje, ya que al día siguiente estaríamos en Chiloé, y el mismo día alojaríamos en el continente nuevamente. Desde este punto en adelante, los paisajes volverían a la normalidad. Dejaríamos atrás los altos cerros cubiertos de vegetación densa y húmeda, los ventisqueros desparramados casualmente por aquí y por allá, los ríos de colores increíbles (no ajuste su monitor, es el Río Baker), y los kilómetros y kilómetros de caminos de tierra.

No podía evitar sentirme un poco nostálgico.



Siguiente Capítulo: La Aventura de Camilo.

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21 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Bueno, esto de desierto y mar tiene su encanto, no lo negaré. Pero no hay comparación.

Maravilloso atardecer.

P.D: No puedo evitar comentar sobre lo simpáticos que se ven tus amigos. :)

P.

12:54 AM  
Blogger durandal said...

Pues efectivamente, son muy simpáticos. No sé qué tan al norte estés, pero si es más al sur que Antofagasta, quizás estés a tiempo para invitarlos a tomar café y galletitas. :-P

d.

1:01 AM  
Anonymous Anonymous said...

Jojojo...

Prefiero verlos en una foto :PP

Esto ya parece chat (y hasta me entretiene)

P.

1:03 AM  
Blogger durandal said...

En el epílogo vendrán algunas fotos más.

No tienes blog, flog, alguna cosa para compartir con el mundo?

d.

1:07 AM  
Anonymous Anonymous said...

Si tengo, pero sinceramente no me gustaría hacerlo público.

Si tiene un correo se lo doy.

¿Qué tal?

P

1:10 AM  
Blogger durandal said...

Lo encontrarás en mi perfil.

d.

1:14 AM  
Anonymous Anonymous said...

...son realmente hermosas las fotos de tu viaje... he leido partes... una verdadera aventura, con que casi para escribir una guia para turistas roots...

7:00 AM  
Blogger Jaskask said...

Sí que da pena seguir leyendo! La perte del retorno, por más partes hermosas por las que pases, el retorno siempre deja un aire extraño.

10:47 AM  
Blogger Golondrina said...

Tus imagenes de Montañas, Mar y Puesta de sol...Preciosas!!! Y esta entrega interesante, entretenida y graciosa...y creo que no podria ser de otra manera, ya que noto que tienes unos compañeros de aventuras muy agradables y simpaticos.

5:33 PM  
Blogger Valeria Herskovic said...

La foto 8993 está increible. Que colores mas hermosos!

Eh, y me hiciste reir con los nombres alternativos para la pesca. De mi unica experiencia con ir a pescar, puedo decir que estoy 100% de acuerdo... aunque como era chica, igual estaba aterrada de pescar algo y tener que matarlo... asi que fue mejor. Mi padre despues pasaba a comprar una lata de sardinas al supermercado, asi es mas facil.

7:18 PM  
Blogger celso said...

clap, clap, clap... Paul, simplemente eres un maestro de los relatos y las fotos.

Te felicito y a veces te envidio un poco :P

12:56 AM  
Blogger Unknown said...

hola,vivi 23 años de mi vida en la XI region,las fotos buenisimas,tus relatos me hicieron recordar muchas vivencias,gracias
P.D:espero regresar algun dia.

1:58 AM  
Blogger kika said...

Este es uno del los sitios más hermoso de fotografías de Chile que he encontrado en la web...
Felicitaciones!!!!...se nota cuando uno tiene pasión por lo que hace,
Yo tengo los mejores recuerdos de mis mochileos por el sur (con pura mochila sin moto...jaja)...hasta el ventisquero, por la Carretera Austral y ferry...pero tu tienes mejores fotografías.
Excelente trabajo.

11:37 PM  
Anonymous Anonymous said...

Espero que tu pasar por Puyuhuapi haya sido màs grato que el de la Junta, por lo menos. Aquì vivo, Puyuhapi, un lugar maravilloso ¿cierto?

9:48 PM  
Blogger durandal said...

Todo allá en el sur es especial. Habría sido interesante darse el tiempo de conocerlo mejor, pero no fue posible. Para un viaje futuro quedará.

Cómo están las alfombras? :-P

d.

9:51 PM  
Anonymous Anonymous said...

Me encanto tu Blog, lo encontre de casualidad y de verdad esta buenisimo, son envidiables tus aventuras por el Sur de Chile, seria espectacular vivr algo así, =) Felicitaciónes por vivir y compartir esa experiencia con todos, GRACIAS!!!
Vickita Haurigot, concepción Chile!!

12:55 PM  
Blogger 123456789 said...

las fotos de chaitén estan hermosas...

9:31 PM  
Blogger durandal said...

Estimada Vickita,

Muchas gracias!

Estimado 1234567890,

Lástima que Chaitén ya no exista...

d.

5:29 PM  
Blogger Unknown said...

durandal:

El tiempo y el espacio siempre cambian, aquélla foto nunca se repetirá, el paisaje nunca será el mismo... pero Chaitén es un pueblo, "rodeado de montañas", pero no hecho DE montañas, Chaitén es un pueblo creado y conformado por gente con vida, pasado e historia común, cosa que trasciende las imágenes (así como esa puesta de sol) y las condiciones impuestas por la naturaleza (que tampoco doblegaron a sus primeros habitantes).

Si vienes a Chaitén denuevo comprobarás que ni volcán, río, o malos políticos han podido han mermar su vida.

3:20 PM  
Anonymous Anonymous said...

MUY BONITOS TU FOTOS CHILE. ME GUSTO MUCHOS TODOS..PENSADO EN MI HERMNANOS VIAJAR POR CHILE "AUSTRAl".

GUNNAR SVOREN NORUEGA.

4:02 PM  
Anonymous Anonymous said...

Hola hace mucho tiempo que veo tu bloq, mas que nada por las fotos pero esta vez me lei el texto y lo que mas me impacto fue lo de ricky martin puntiando una negra, que loco eran otros tiempos ahora ricky puntea negros... gracias a tus fotos y comentarios supe que hacer cuando fue a la carretera austrasl , lastina que no con tanto tiempo como ver todo lo hermoso que hay, nada gracias por las fotos y las historias:
y si quieres puede ver mi blog, sld

www.blog.clickfotografico.com

9:07 AM  

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